Durante un año logro asesinar a 6 victimas y dejo 7 heridos (dejándole secuelas muy graves), aunque el afirma que fueron menos persona, y que también estuvo involucrado la sexta satánica a la que pertenecía.
Su vida en su casa era muy desagradable. No le gustaba el judaísmo, la religión que se practicaba en su casa.
Busco a sus verdaderos padres, los cuales encontró y le ofrecieron un hogar confortable, pero él empezó a tener un comportamiento muy raro, quejándose de fuertes dolores de cabeza.
Empezó a asesinar con un cuchillo, pero era muy torpe y miedica cuando las chicas empezaban a gritar, así que fue mas practico y compro un arma.
Se unió a una especie de secta y se traslado a una cosa donde tenia un vecino llamado Sam Carr con su perro Harvey. En las paredes de esa casa se encontraron frases como “En este agujero vive el Rey Malvado”, “Matar para el Amo” y “Convertiré a los niños en asesinos”.
En 1976, empezó a asesinar (si si no veas lo que tardo en hacerlo de verdad) pero también lo hizo mal, intento matar a dos chicas pero una de ellas sobrevivió, también a otro chica (Carl Denaro), otras tres chicas mas que fallaron pero las balas les destrozo a todas la vida debido a su arma que tenía mucho retroceso y reducía su puntería.
Consiguió a asesinar Virginia Voskerichian dejando testigos y ganándose el apodo el “El Asesino del Calibre .44”.
Su apodo oficial se lo gano después de matar a una pareja dentro de un coche, en el escenario del crimen dejo un sobre con una carta, donde aclaro que “El Asesino del Calibre .44” estaba loco o pretendía que lo creyeran loco. Creía que su padre, un tal “Sam”, le ordenaba matar. Sam era un vampiro, una especie de demonio que tenía seis mil años de edad. A pesar de los vaivenes lunáticos de la carta y de que declaraba querer a la gente de Queens, especialmente a las mujeres, decía que tenía la intención de matar a más. Firmaba como “Señor Monstruo” (“Mister Monster”).
Luego mas tarde escribiría mas cartas al periódico firmando como “El hijo de Sam”.
Sam Carr recibía anónimos donde se quejaban de su perro Harvey, el cual, recibió disparos pero consiguió sobrevivir. Y a partir de ahí, los perros de la zona fueron atacados.
Seguía intentando asesinar a parejas y cometía muchos errores, dejando a muchos testigos. Por lo que consiguieron coger la matricula de su coche, lo registraron y encontraron una carta enviada al periódico.
Declaro que que su vecino, Sam Carr, le había ordenado cometer los asesinatos. Las órdenes se las transmitía el perro endemoniado de Sam, “Harvey”, quien además le hablaba, dándole órdenes de salir a asesinar mujeres. Berkowitz atribuyó al animal poderes sobrenaturales. Dijo que sus ladridos lo obsesionaban, pues el animal no cesaba de ladrar durante toda la noche y no lo dejaba dormir. Por ello, afirmó, le había disparado y lo había matado, pero el perro era inmortal o había resucitado, llegando incluso a aparecérsele dentro de su departamento para ordenarle que matara a más chicas. Berkowitz afirmó que cuando salía de caza por las calles lo acompañaban voces demoníacas que le decían lo que tenía que hacer.
Según teorías, Berkowitz puede que no actuara solo, numerosos testigos describieron en uno de los casos una descripción muy diferente de como era él. Casualmente… un hijo biológico de Sam Carr, John Carr, coincidía con las descripciones, pero estaba en paradero desconocido.
Cuando por fin lo habían encontrado, estaba muerto de un disparo… por motivos satánicos. Gracias a esto se descubrió que todos los asesinatos estaban detrás de una sexta a la que pertenecía Berkowitz, “Veintidós Discípulos del Infierno”
Curiosidad: se promulgo la ley para impedir que los asesinos en serie obtuvieran dinero por sus crímenes, al vender sus historias para crear libros o películas. Berkowitz se convirtió en uno de los mayores activistas en ese sentido: luchó mucho tiempo para que un asesino nunca obtuviera retribuciones económicas vinculadas con sus asesinatos.
Sigue vivo en prisión en una cárcel de EEUU viviendo una vida lejos de Satán y cerca de Jesucristo.
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